Homo sapiens doto de
facultades inimaginables,
Vivo fuera de la
caverna, a la luz de la imaginación,
Dando pasos gigantes
de diferencia entre la humanidad,
Me rebajo a la sabana,
para aprender de lo racional.
Yo…Pensamiento circulante
en el deseo de la mente,
Me inquieta la verdad
subjetiva, que reside en mí,
Ya mis palabras no
son basuras, ni podredumbre,
Tienen creatividad, dejan
huellas y hacen historia.
Como Sísifo habito la
sabiduría en el devenir del pensamiento,
Voy y vengo sin veneno
mental, para no olvidar,
Vivo en la montaña de
la sabiduría por mi disciplina,
Yo, Sapiens infinita
enseño a filosofar.
Yo… nihilista desde
mi intimidad,
Fabrico vida en el
arte y le impregno vida al arte,
Ser poeta es mi mayor
felicidad existencial,
Vivo cuando las
palabras articulan lo racional y lo emocional.
Yo… arquitecto de
ideas y conceptos,
Escritor por vocación
veo los argumentos con frivolidad,
Textos llenos de
color natural, no salen de la cotidianidad,
Construyo generaciones
de pensamiento metafísico.
Yo sapiencia guiadora
a la humanidad caída,
Profesor lleno de
amor profesional,
Labro horizontes
nuevos a la luz de la virtud,
Como viveros fértiles
en el conocimiento.
Yo… homo, con múltiples
capacidades,
No quiero abrazar la
cruz de la imbecilidad,
Ni arrastrarme por
las sendas de la brutalidad imperial,
Hombre al fin, vivo
al pensamiento, muerto a la brutalidad.
Si el amor es el vértice opuesto a la razón
ResponderEliminarLa pasión al control de la sapiencia mental
El dolor que se recibe como herencia
El peso de la cadena rechina y el miedo se respira
Puedo acaso ignorar esa labrada herencia
Vivir en la inocua mente de lo pensado
Respirar con el deseo de ser griego
Cuanto podre ignorar la voz natural
El canto de la liberación que muta en el silencio
Es un hilo tejido en el silencio de las miradas
En los gestos de obediencia que gritan rebeldía
En el amor que no es, en el temblor que es vacio
Acaso esa vieja contradicción entre naturaleza y razón
Estimula la ceguera de escoger ser el amo
De gritar olvido a la bondad y el respeto
¿Es necesario oponer la razón a lo intuido?